También el río tensa
las cuerdas de la cítara.
Sus aguas arquean los filos de la roca.
Escuchas el rumor
perdida en las montañas.
La niebla salpica tus tobillos
y la música se rompe, cristal de porcelana.
Solo entonces contemplas tu rostro entristecido,
sin entender que la música del valle
se escribió para ti.
Gracias Esther...
ResponderEliminarGracias Miguel Angel...
ResponderEliminar:)
Me recuerda la serie de "Carpe Diem",
ResponderEliminarsencillo, directo,
si no supiese quien lo escribió, no lo adivinaría.
Me produce un placer íntimo,
hace presente la consciencia del paso de la vida
ante nuestros ojos atentos, nuestro oído despiertos.
Gracias, Miguel. Enrique J.